Autor:
Carlos Yusti
"Uno
cree que si el Príncipe de Asturias fuera un premio coherente (que lo es), el
primero se lo tenían que haber dado a Corín Tellado, por asturiana, por
escritora, por universal, por tía, por macho, coño"
Francisco
Umbral (Diccionario de Literatura)
“Dejame
ayudarte”, “Dulce agonía”, “Me lo cuenta todo” y “Demasiada
juventud” son algunos títulos característicos de las novelas escritas por
Corín Tellado, homenajeada en varias de Ferias de Libros, tanto dentro como
fuera de España. Escritores emblemáticos de la literatura en mayúscula como
Mario Vargas Llosa y Francisco Umbral han declarado su abierta admiración por
esta escritora relegada a la literatura subalterna, a pesar de ser considerada
la escritora española más leída en el mundo después de Miguel de Cervantes.
La
telenovela es una heredera bizarra y visual de la novela rosa. A pesar de esta
competencia mediática las novelas del corazón, como también se les denomina,
mantienen una supremacía en el gusto de lectores tanto femeninos como
masculinos. Corín Tellado es la adalid indiscutible de esta literatura, que
utiliza todos los recursos (y los trucos) artesanales de la novela romántica
del siglo XVIII, para convertir el amor en una dulce y rosada infusión que actúa
como un bálsamo para las almas solitarias, o para esas mujeres que todavía no
han perdido su capacidad de soñar príncipes azules.
Corín
Tellado, seudónimo Socorro Tellado López, nacida un 25 de abril de 1926 en
Viavélez (Asturias), única hembra de cinco hijos del matrimonio formado por
una ama de casa y un maquinista de la marina mercante, comenzó a escribir por
culpa de su hermano. Este había escrito una novela que leyó a su madre. A la
hermana aquella novela le parecía un baúl de cursilerías bastante deplorable.
Entonces en tono desafiante dijo que escribiría una novela mucho mejor. Se
entregó con denuedo a su trabajo y en una semana tenía listo lo que se podría
considerar su primera novela de la que no recuerda la trama, pero tiene la vaga
idea de una lluvia y un beso o como ella lo ha dicho en una entrevista: “Lo
que recuerdo es que veía una lluvia a través de unos cristales y una pareja
que se besaba. Fui muy besucona en las novelas siempre”. Siempre fue experta
en besos literarios ya que en la vida, según sus propias palabras, era más
bien fría y distante. Su primera novela, "Atrevida apuesta", es una
de las más vendida y de la cual se han hecho 36 ediciones.
Corín
Tellado tiene un ritmo de escritura inusual. En una semana (ocho días a lo
sumo) puede tener listas tres o cuatro novelas. Sobre su método de trabajo ha
dicho: “Primero hago un esquema, considerando que el libro llevará las
directrices que yo he señalado, pero la mayoría de las veces los mismos
protagonistas caminan solos dentro de un guión que a veces yo pretendo sea de
otra manera. No hay secretos. Hay trabajo, continuidad, permanencia en el
mercado editorial”.
Los
personajes, las situaciones, el ambiente siempre cambia en cada novela. Nunca se
repite. Lo que se mantiene intacto de una novela a otra es el amor virtual, o
con final feliz, que entreteje la vida y la trama de los personajes.
La
novela rosa es literatura artesanal en su mejor sentido.
O sea, emplea algunos recursos de la literatura romántica (en mayúscula)
para elaborar un producto más elaborado que se adapta, de manera perfecta, al
tiempo actual. A la novela rosa no le interesa el estilo, ni las complejidades
lingüísticas, sino lo que narra. La narración es lineal, aunque algunas veces
los personajes pueden efectuar evocaciones del pasado, sin salirse mucho de un
plan narrativo sin sobresaltos vanguardistas. En una noveleta rosa los hechos se
presentan de manera abierta, pero jamás tocan asuntos escabrosos, o políticamente
incorrectos, como la homosexualidad, el
aborto, el sexo oral o las drogas. Su materia prima es el amor de cuento de
hadas. Tampoco se hace un lío indagando sobre las diferencias sociales, aunque
salga mucho rico bien parecido y mucha mujer modesta con sueldo de empleada. Las
heroínas de la Tellado son recortables y pacatas, o peor aún: vírgenes a la
espera del príncipe azul. Para no quedarse rezagada en el tiempo en la
actualidad las ha dotado de cierta independencia y aunque ahora son
profesionales (enfermeras, secretarias o ejecutivas de ventas) se siguen
sonrojando y algo pudorosas continúan suspirando por el hombre ideal, puede
decirse que son unas madame Bovary al revés y en positivo sin grandes apremios
uterinos. No obstante dijo en una entrevista: "No es una cuestión de
pudor, sino de estética... Mis mujeres saben quitarse la ropa con gusto".
Las heroínas de la Tellado han sufrido sus cambios respectivos. A este respecto
aclara: “Las mujeres de mis novelas del año 46 eran moralistas, aunque
escandalicé con algunos temas porque no tenía otro remedio. Hoy día el mundo
ha evolucionado, y afortunadamente, yo no me he quedado atrás; por lo tanto,
mis protagonistas son menos morales, pero más auténticas”. Adaptarse a los
tiempos o perecer. Corín Tellado no ha tenido empacho en delinear personajes
femeninos con mucha garra competitiva, pero siguen siendo unas románticas
insufribles que aman más con el corazón que con la vagina.
Corín
Tellado en las pocas entrevistas que ha concedido a la prensa reconoce los
limites y carencias de su quehacer literario. Por otra parte no tiene pretensión
alguna a la hora de escribir, sólo desea contar una historia que haga soñar al
lector, sea hombre o mujer. En la actualidad parece una mujer normal, una vecina
mayor y con anteojos. Quizá vive amores y situaciones a través de sus
personajes. Durante el franquismo, la Tellado vivió un momento duro y difícil,
pero las dificultades no le impidieron escribir sus historias. Los cambios políticos
le dan igual y escribe, se adapta y escribe, sobrevive y sigue en el tecleteo.
No sin razón ha expresado: "Me dio igual, muchos autores de mi generación
se quejaban de que el franquismo los ahogaba. Terminó el franquismo y
continuaron sin escribir un pimiento. Yo me adapté a los tiempo y creo que sigo
haciéndolo". Almodovar le ha
rendido, quizá sin querer, un homenaje indirecto con películas como “La Flor
de mi secreto” y “Todo sobre mi madre”, que en realidad son novelones rosa
subidos de tono, pero que apelan a los sentimientos primarios del espectador un
poco como lo hace Corín Tellado, pero sin subrayadas intenciones patológicas y
sexuales. La obra novelística de Manuel Puig no tendría razón de ser sin la
existencia de la novela rosa estructurada por la Tellado. Puig utilizó los parámetros
literarios del género y lo llevo hacia acordes literarios de gran versatilidad
estética.
El estilo de Corín Tellado es un poco así: “Me agradó la puntualidad
de Oliver. Su traje sport,
su pelo canoso y su olor a buena loción.
Llegó en un Mercedes. Vivía
en El Paseo de La Habana, en un edificio enorme, precioso, que era mío, me lo
había cedido mi madre antes de marcharse con los Médicos
Sin Fronteras.
Me
llevó a un restaurante de lujo. En
realidad, no esperaba menos de él. Para
entonces ya sabía que el concesionario de automóviles de lujo era muy
importante y que Oliver, su dueño, no se ahogaba por varios centenares de
millones, pero a mí eso me tenía sin cuidado.
Cuando no necesitas el dinero, tampoco lo valoras mucho.
Ya
sentados uno frente al otro, y a los postres, porque habíamos sostenido una
conversación ajena a nosotros mismos y basada más bien en la cultura en
general, él preguntó de repente:
-¿Eres
soltera?
-Claro
que no. Soy divorciada. -¡Caramba!
¿Tan joven? -Bueno, hay cosas en la vida que se presentan de esa manera.
-Por
algo yo soy soltero...
-No
encuentro la afinidad entre tu soltería y la mía.
En realidad, yo estoy divorciada por razones fundamentales, pero ignoro
por qué dices eso de tu soltería”. Diálogo ágil. Acción. Mínima
descripción. El encuentro de un hombre y una mujer. Su coqueteo, el amor, la
duda y así se va desenredando un ovillo sensiblero lleno de lugares comunes con
gente que tiene el dinero en bruto, pero que valora con ingenuidad, nada
neoliberal, los sentimientos.
Un
tópico infaltable cuando de Corín Tellado se trata es el referente al
feminismo. Sus novelas no son propiamente una pancarta en pro de la mujer, pero
a este respecto ha dicho: "Ay, los dichosos tópicos, dice Corín Tellado.
Procuro recordarle a mi hija que el día que me muera tiene que escribir en la lápida
ahí te vas con tu sambenito. Siempre he creído en la igualdad de
oportunidades. Nosotras hemos avanzado, aunque serán las hijas de mis nietas
quienes ocupen el mismo lugar que los hombres. No es fácil. ¿Cuántos siglos
llevan dominándonos? Ellos con el látigo en la mano y nosotras con la venda en
los ojos. Digamos que soy feminista, aunque no milite".
Es
una lectora que trata de mantenerse al día. No lee buscando recetas ni estilos
para incorporarlos a sus noveletas, más bien lee por el simple placer de
hacerlo y para no ser tachada como ignorante o como ella lo expresa: "Unos
me entretienen y otros no, pero los leo a todos. ¿Qué quiere? No me apetece
pasar por ignorante. Me preocupo de conocer a mis colegas. Siempre he sido una
gran lectora. Cuando era pequeña descubrí un baúl en casa lleno de libros. En
esa época devoraba a Dumas y a los clásicos franceses. Pero le diré que nadie
como Miguel Delibes. Me habría encantado escribir Los santos inocentes. O De
profundis, de Oscar Wilde. Sabe quién me gusta mucho también? Corín Tellado.
Habla sobre sentimientos y eso me interesa". En el homenaje que le
rindieron en el año 2000 los escritores en Gijón acotó: “Hoy estoy aquí no
solo para agradeceros vuestra gentileza, sino para admiraros como merecéis. No
somos un colectivo precisamente poderoso, pero la hábil pluma de cada
uno de vosotros, os hace casi dueños del mundo. Un Abrazo”.
André
Gide escribió en una ocasión que con buenos sentimientos se escriben malas
novelas. Corín Tellado ha escrito una biblioteca entera de novelas hecha de
buenos sentimientos. La gran cantidad de lectores que posee en el mundo quizás
no saben distinguir entre una gran novela y una novela en minúscula, pero se
engancha al carro sentimental de la Tellado sin Gide que valga y sin ninguna
teoría literaria estructuralista que lo detenga.
Lo
que muchos escritores celebran en la Tellado no es claro el género donde es la
madre superiora indiscutible, sino la escritura en si misma y los libros que
produce como salchichas.
Corín Tellado es por sobre todo literatura o como lo ha escrito George
Steiner: “Toda forma literaria—el ensalmo de un bosquimán o un noveau
roman, unos versos ramplones escritos en la pared de un excusado público o
las poesía de San Juan de la Cruz, El rey Lear o La ratonera— es nada más y
nada menos que un acto lingüístico, una combinación de unidades sintácticas.
Se puede concebir la existencia de una lengua sin literatura (las lenguas
artificiales o de las calculadoras electrónicas pueden satisfacer esta condición
negativa), pero no puede haber literatura sin lenguaje. El aforismo mallarmeano
de que los poemas se hacen no con ideas sino con palabras tiene un enorme
alcance”.
Quizá
la clave en este asunto de las novelas de Corín Tellado la proporciona Pío
Baroja cuando escribió: “Para mí, en la novela y en todo el arte literario
lo difícil es inventar más que nada, inventar personajes que tengan vida y que
nos sean necesarios sentimentalmente por algo”. La Tellado ha tenido el fino
arte de crear personajes que sentimentalmente le sirven para algo a millares de
lectores en el mundo. Sus medios literarios, modestos y sin alardes, han creado
personajes que se mueven al ritmo del corazón, ella ha escrito el amor con
fallas estilísticas y con esos colores almibarados de la cursilería. El amor
en las novelas de la Tellado se vuelve una pieza de artesanía y cada lector le
coloca el precio que corresponde. No sin razón Andrés Trapiello acota lo
siguiente a la frase de Baroja: “La novela y toda la literatura, no es más
que eso: una necesidad. Viene de una necesidad sentimental, la de escribir, y va
a otra, la de que lo escrito nos sea necesario sentimentalmente por algo”.
Tengo
una amiga que es ferviente lectora de novelas rosa. Viene como yo del barrio. No
obstante la lectura de la Tellado y las demás le ha permitido desarrollar un
vocabulario nada despreciable. De lector a lector le pregunto que saca en limpio
leyendo ese tipo de novelas. Su respuesta en sencilla, pero contundente: nada,
leer una historia romántica, transportarme y mejorar mi vocabulario.
La
literatura saca al lector de la realidad cotidiana, lo transporta a otros
ambientes, a otras vivencias. La literatura, como lo ha expresado Steiner, es
como cualquier acto de comunicación una selección realizada del gran cúmulo
de recursos semánticos disponibles en una lengua determinada. Lo que siempre
parece estar en juego en cualquier texto impreso es la literatura, la lengua
como arma y trofeo. Ya el poeta Coleridge lo vislumbraba: “Pues la lengua es
la armería de la mente humana y contiene al mismo tiempo los trofeos de sus
conquistas pasadas y las armas de sus conquistas futuras”.
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