LUCIANO ORTEGA (Argentina, )  

 

VELADO FRATICIDIO

           -A la memoria de LUIS MORIÑA,

                         desaparecido en los 70-

 

Con la complicidad del padre

el hermano mató a su hermano.

 

El soñante fue el condenado.

 

No lo enterraron en un pozo

y lo ocultaron del aire

sin dar nombre a su muerte.

 

Fue una muerte sin cruces

repartida en ausencias.

 

Hay un pañuelo blanco que persiste en las plazas

y hay ojos sin mirada que no buscan su sangre,

orejas sin oídos,

terrón que se desarma

e impunidad que tapa la perversa guadaña

que al silbo acuchillara.

 

La palabra está muda y el miedo la acorrala,

hay papeles y cercas,

un micrófono oculto,

teléfonos pinchados

y una antena que eclipsa el sol que es para todos.

 

Tal vez con la mañana alguien logre enterrarlo,

hacerle una guarida en la tierra que toca,

 

entonces resucite la memoria y el rostro,

e incendie con el día otra vez una huella.  

22-11-00

 

INSISTIENDO

 

A pesar del desamparo y las mentiras,

hay un abrigo nuestro que persiste,

--esa lenta manera de ir armando

una ventana al cielo en el planeta—

un intentar el día hombro a hombro

e ir creciendo en la cresta del abrazo,

un no dejar de ser semilla y silbo,

un insistir en el riesgo de lo vivo.

Y aunque vengan el tajo y los decretos,

Los atroces rufianes del descrédito,

Aunque apaguen el fuego de los hogares

Y nos aborten risas con sus látigos.

Habrá siempre un relincho en los rincones,

Una reserva seminal abriendo surcos;

habrá un codo con codo,

Un beso a beso,

Un intentar de vuelta,

Un ser la cicatriz

Pero con hueso

 

REPARTIDO EN ORILLAS

Repartido en orillas y porfías

Dios insinúa su ansia de ligarse,

De encarnarse y volverse la sangre necesaria.

 

Es mentira que dios no tiene sexo

Como es mentira también el que haya muerto.

 

Es posible que aún no haya nacido

Y que nunca lo logremos parir.

 

Sin embargo

hay quienes lo atisban en la bruma,

hay quienes lo han fumado

y en el humo lo miran asomarse,

hay quienes lo han tocado y olvidado,

hay quienes lo han soñado y avizoran.

 

Él pugna por olerse entre nosotros

Y hasta quizás lo oímos en sordina.

 

El diablo en su sordera lo desplaza

Y habilita demonios tenebrosos

Que abortan el intento y lo deshacen.

 

Pero dios nos espera,

Siempre espera sin los brazos cruzados

Y el pecho disponible.

 

El ojo de mi gata y el misterio

Son testigos fugaces de este anhelo.

 (13-11-00)

 

RESUCITANDO

  

Yo no me muero no,

porque hay un canto adentro de mis huesos.

Yo ya he sido parido por los vientos.

Tengo un cántaro abierto repleto de semillas

y el fuego de mi sangre

me protege en la herida,

la cicatriz de barro me hace pisar en piso

y hundirme en las raíces

hasta engendrar la entraña.

Por eso

en este hueco que habito con la tarde

festejo la porfía de transpirarme adentro,

de sacar a la vida el grito que me ahoga,

de abrir los parietales con oreja y racimo,

de buscarme un espacio para danzar mi lluvia,

para empapar la noche,

para abrazar tu cuerpo intenso en recovecos,

para hundirme en tu vientre

y estallar en océano.

Yo empollo con mi gesto la lumbre y la mañana

y entre tus piernas busco el nido de mis besos.

El ala de mi pecho y el ala de tus senos

amamantan un vuelo a parir con el tiempo.

Yo busco en tu cintura la sangre de mi cántaro,

un tajo que penetre al fondo del cuchillo,

un rito en el silencio que me salve del pánico,

que me enrede en los hijos,

que vuelva a rescatarme en tu lengua de fuego.

Yo busco ser mi cuerpo adentro de tu cuerpo,

ser una misma sombra en medio del incendio.

Yo busco ser rodilla en tu rodilla,

ser baile en el asombro,

ser un giro completo

que me convierta en riesgo,

Que me pierda en tus labios y así nos resucite,

nos reintegre a lo vivo.

Y aunque nos acribillen en una esquina tensa,

seremos lo vivido y el eco de los vientos.

ARGENTINA

ABRIL DEL 76

 

Antes de llegar lo sé.

 

Gracias por tu hospedaje,

Por la cama caliente,

Por el trozo de pan,

Por el mimo en la espalda.

 

Debo irme o te irás,

Todo tiene un ciclo

--también yo--.

 

No puedo hacer un nido

Donde no entre el tiempo.

 

No puedo llevarte de la mano

Por una calle azul

 

Estoy gritando en un infierno sordo.

 

La lluvia sigue mojando nuestro rostro,

Somos cómplices del día,

Los árboles aún brotan

Y eso es bueno.

 

No quiero que mi hijo

Nazca en la probeta de un siglo

Sin pasto ni caballo.

 

No quiero nichos para dormir la muerte,

Vivir para ser un número cualquiera

Que justifique la foto.

 

¿Soy acaso una existencia

apuntada a boca de fusil quemante,

bajo las órdenes de uno que está más triste que yo,

que eligió de ex-profeso ser el guardián de una cárcel

que él también habita,

con gris en las pupilas,

con lágrimas secas,

porque está prohibido llorar,

comer duraznos priscos,

respirar muy fuerte?

 

¿Adónde estás?

¿Por qué te esconden el pelo?

 

No tengo para darte un mundo

Sin cadenas ni llaves,

Pero aún tienes sangre,

Aún no pueden secarme la saliva.

 

Si viene el guardia

No digas nada.

 

Aún no has muerto,

Ni yo tampoco.

 

 

 

LUCIANO ORTEGA es titiritero y actor. Con Pelusa Oliveras, anima el Teatro de Títeres Los Juglares, en Las Heras, Mendoza, Argentina, desde 1977.

 

Comentario: Rolando Lazarte

“Quien se aleja / de su casa ya ha vuelto”escribía Jorge Luis Borges en 1975, en “Para una versión del I King”, publicado en 1976 por Sudamericana.

“Después hay que llegar, no se sabe bien a qué pero llegar”, escribía Julio Cortázar en 1977, en texto divulgado por la nación en 1997.

Llegar pero no se sabe bien a qué. La tortura sistemática, aplicada en Argentina como método de coerción en masa desde –al menos –1970, provocó la desaparición física de más de 30.000 personas por las manos de la máquina represiva estatal y/o paraestatal, exacerbadamente en el período 1976-1983, durante la “guerra de baja intensidad” –vean qué palabras más sutiles usa el Pentágono y sus siervos—desatada por Videla a la cabeza en el país de Gardel y Charly García.

Costó saber que la tortura “psicológica” provocó daños semejantes o peores en los más de 30.000.000 sobrevivientes del genocidio. Peores, pues los daños producidos en la percepción, la memoria, el raciocinio, la afectividad y la sociabilidad del sobreviviente, tienden a ser atribuidos a su persona individual, como si él mismo fuera el responsable de los males que le afectan.  Quien lo dude, puede leer  el insospechable informe de la más aún insospechable Organización Mundial de la Salud  “La salud mental en el mundo”, publicado en Washington DC también en 1997.

Luciano Ortega escribe las líneas que se reproducen arriba, “Argentina abril del 76” y las pone a disposición del público hoy, 2002. Lula presidente elegido del Brasil, un respiro hondo para América Latina, un tiempo de paz y amor como fue anunciado y repetido. Argentina levantándose desde abajo por sus propias manos, las manos de trabajadores autogestionarios, vecinos autoconvocados. Quien tenga ojos para ver, que oiga.

Rolando Lazarte

 

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