Respuesta al Señor Pablo Banegas
Autor: Alejandro Mármol
¿Debería decir sorprendido? No lo creo. Hoy casi nada logra con sinceridad sorprenderme, aunque todavía algo de resistencia sobrevive a la resignación y escepticismo absoluto que me ha hecho perder esperanza alguna en la humanidad. Quizás por este mismo motivo la literatura se ha transformado para mi en la construcción de un refugio, de un lugar, pero esto es otra historia, que al menos en este texto no pretendo abordar.
Fue esa “resistencia” la que me obliga a responder a la violencia injustificada que el señor Banegas despliega en un comentario acerca del cuento “Mano de acero” de mi hermano Santiago.
Señor Banegas: usted puede ser dogmático, puede pretender escribir sus cuentos de acuerdo a catálogos de escritores de siglo diecinueve, puede parecerle un cuento regular, malo o pésimo, puede hacer de su literatura lo que le plazca, pero el pensamiento retrógrado, inquisidor y acaso fascista, que le hacen suponer que todo texto que no respete sus gustos no merecen la pena ser leídos, que son estériles matanzas de vacas o acaso culpables de la terrible depredación de árboles en el amazonas, me hacen recordar bastante a persecuciones que nuestro país ha sufrido y a temerarias hogueras de libros con que gente de su amplitud de conceptos a calentado sus manos en mas de una oportunidad.
Resulta irrisorio que en su comentario usted se burle de Carlos Aguirre a quien acusa (con algo de razón) de ubicarse en lugar de juez, para cuatro líneas después transformarse (sin que nadie lo pidiese) en fiscal, jurado, juez, cámara de apelaciones y hasta corte suprema de justicia, desmenuzando un cuento renglón por renglón con criterios por completo discutibles, para terminar fuera de si, casi al borde de la histeria, agrediendo con insultos a quien se atrevió (perdón señor) a escribir martillo entre comillas o a utilizar la palabra altamar (que como todo el mundo sabe un escritor debe evitar usar ¿?).
Es ridículo
aclararlo, pero se equivoca y mucho, al afirmar que los que escribimos
pretendemos “Parecernos
al reflejo (al reflejo solamente) de Chejov, Quiroga, Carver. Profundizamos las
historias muchas veces en detrimento de los personajes. Ansiamos (¿añoramos?)
el final sorprendente, la vuelta de tuerca.”
Quizás estos sean sus anhelos, sus pretensiones, no las mías, no
las de otras personas que conozco, no la de cientos de escritores editados y de
renombre, por lo que su afirmación absoluta y determinante queda reducida a
cenizas. Si añora el final sorprendente, la vuelta de tuerca, relea a Cortazar,
relea a Borges, espere a que se invente la maquina del tiempo y viaje para ser
uno mas del Boom latinoamericano. Como le dije anteriormente en una critica a
sus cuentos, sospecho que este recurso esta muerto, esta saturado, se a agotado
en si mismo, a sucumbido a su propia entropía. Reconozco que como la gran mayoría
de los escritores nuestros primeros textos no podían evitar la tentación de la
“sorpresa”, de la “ingeniosidad”, pero tarde o temprano llega el momento
de crecer, de cortar el cordón
umbilical que nos aferra a nuestro padres y comenzar a caminar solitos.
Seguramente
debido a mi ignorancia, desconozco en que manual del buen escritor, o en que
numero de la sección cultural de la revista utilísima, se enumeran las
palabras que no deben usarse en un cuento, o el terrible flagelo de aclarar que
una bolsa del puerto contiene cereal. Y no se porque desde que comencé esta
frase mis manos se obstinan en nombrar a Roberto Arlt.
Me pregunto también cual será su opinión sobre escritores del siglo XX como Marcelo Cohen, Fowgill, Isidoro Blaisten, Osvaldo Lamborghini, y porque no Lezama Lima, o el mismo Onetti en su cuento la Casa en la Playa donde decididamente no apunta a la vuelta de tuerca ni a profundizar en la historia en detrimento de entrañable Doctor Diaz Grey. En fin, se me ocurre una lista tan larga de libros y escritores que desisto en continuar.
Ahora bien, donde el autoritarismo inquisidor de su crítica comienza a resultar patético es en el punto exacto donde aparece la palabra ETICA. Relajese Banegas, tomese unos mates, comase una ensaimada Sanpedrina y dedique unos minutos a pensar en como esta trabajando su cerebro. Cuando lo desee, estoy a dispuesto a discutir sobre una definición aceptable de Etica. Entiendo que todos debemos ganarnos el pan pero, ¿considera ético escribir un libro que se llame SER ESCRITOR* para acuñar una moneda y dejar tranquila una editorial? ¿Realmente considera que escribir un cuento que no se ajuste a sus gustos es poco ético? No pretendo ser irónico, pero sugiero una reflexión.
Cualquiera que se pretenda escritor sabe lo arduo de la tarea, conoce de sobra que la corrección es una tarea que no tiene fin, y que no existe texto alguno exento de ser mejorado. El valor estético es casi tan importante como el fondo y el argumento, etcétera etcétera. Lo se, lo sabemos, y el texto de mi hermano seguramente puede y será reescrito y mejorado muchas veces antes de alcanzar su versión definitiva. Pero el insulto, la ofensa, y por sobre todo esto la carencia total de argumentos validos para el hostigamiento es lo que enerva y sorprende en sus palabras. ¿Cómo va a recomendar a alguien leer el decálogo de Quiroga que quedó caduco hace cincuenta años? Por favor Banegas, sea serio además de intolerante.
Quizas usted sea una víctima mas de los masturbatorios talleres literarios donde luego de la triste experiencia de obligar a leer los textos se aguarda cabizbajo el golpe que el erudito profesor (que ha editado!!!) asestara sobre nosotros. Sólo así comprendería que luego de tanto recibir golpes haya encontrado la oportunidad de devolver alguno. Lo comprendería, pero no lo justificaría. La violencia no lleva a ningún lado. Es estéril.
Fiel a todo su texto parece que también le molesta la inclusión en la página de los comentarios de familiares. Supongo que según su postura sugeriría censurarlos, eliminarlos, quemarlos en una hoguera, para evitar el inútil gasto telefónico o la congestión de los satélites en el espacio (perdón, si escribo satélites se sobreentiende que es en el espacio). Pues bien, considero que la opinión de mi abuela es tan válida como la suya, lo que no quiere decir que al leerla el autor se considere satisfecho y crea que su obra es el Quijote de la Mancha.
Por último, para no agobiar, le aclaro que no soy tan ingenuo como para no advertir que su
frase final “de todo lo que Mármol
escribió, lo que más me gusta es AMALIA.”
me incluye, me involucra, y quizás esconda el porqué de su agresión
desmedida a mi hermano, sabiendo que me afectaría más que una crítica a mi
mismo. Por eso me tomo el atrevimiento de responder. Por eso y por el simple
hecho de que Santiago se encuentra viajando por el mundo desde hace dos años, y
lejos de las comodidades burguesas de las que disfrutamos, para responder él
tiene que pagar algunos dólares que me parecen un gasto innecesario.
Banegas, cuando lo desee, discutimos de
literatura (que por si no lo advirtió es una actividad libre, es creación, y
tiene vida, esta en movimiento, ha crecido y avanza hacia delante cada día)
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