LA ETAPA
LIQUIDA
Autor: Santiago Mármol
Ya casi no recuerdo cuando empezó esta extraña etapa de mi vida a la que apodé como “etapa líquida”, aunque si me esfuerzo un poco creo poder asegurar que coincidió con el primer día de viaje por Turquía. Sí, efectivamente todo comenzó en la enigmática Estambul como algo plenamente natural con características pasajeras, pero luego de cuatro angustiosas semanas no me queda mas remedio que resignarme y vivir de los hermosos recuerdos de cuando todo era sólido y era uno el que controlaba la situación.
Ah!! Que alegría traer a mi mente aquellos lejanos momentos…En Barcelona por ejemplo, que sensación asquerosamente placentera, tres monstruosidades difíciles de describir, pero por aproximación me atrevo a sugerir que se imaginen a Scotty Pippen, Dennis Rodman y Lomu saliendo de su cuerpo por el estrecho upite, para dedicarse a reposar amontonados en la blanca frescura del inodoro y la calidez de su agüita.
Que tiempos aquellos, me podía pasar horas mirándolos, especulando con las medidas de longitud, grosor y peso aproximado, una maravilla de la naturaleza. Pero como dije antes, hace mucho tiempo de eso y ahora me encuentro invadido por esta desagradable incontinencia fecal que provoca que todo fluya prácticamente sin control y sin respetar toda forma creativa, limitando la ceremonia de la defecación a un ingreso exageradamente acelerado en el recinto llamado baño, a una explosión prematura en el debilitado intestino, a la siguiente lluvia de pestilente excremento que alcanza lugares del inodoro difíciles de imaginar, a la imparable batería de sonoros flatos caldosos que me dejan el ano como si tuviera una braza caliente en él y a la sofocación inmediata por el vomitivo, fétido y nauseabundo olor que acompaña semejante acontecimiento y que parece hasta tomar forma.
Ya no hay nada que medir, nada que pesar, nada que mostrar a los amigos y que nos haga sentir orgullosos. Sólo queda líquido y más líquido, diarrea tras diarrea, la limpieza de los calzones ante la presencia del pedo que no fue tal, sino que vino acompañado (ese calorcito que se siente en el mismísimo momento justo detrás de los testículos y que nos devela la verdad de la situación) y la esperanza de algún día volver a controlar el esfínter, poder desgraciarse con un sorete que se escriba con mayúsculas y que me obligue con su omnipresencia a tirar, por lo menos, dos veces la cadena.
Góreme, Turquía. Diciembre 2001
Nota aclaratoria del autor:
Pippen: jugador norteamericano de básquet.
Rodman: jugador norteamericano de básquet.
Lomu: jugador neozelandés de rugby.
De ninguna manera considero a estos tres deportista como tres “teresos”, simplemente me valí del recurso de su comparación por las similares características que poseen los tres con el desecho mencionado ese día: son muy grandes, muy feos, meten mucho miedo, pero da placer verlos en su ambiente.