¡La araña vive!
Autor: Daniel Montoly
Evadiendo peñascos cae un macizo, a la orilla de la costa, la
malla separa a los niños de las olas. Gaviotas se confunden con pies alzados
dando saltos en la hora de recreo.
Latente el bullicio compíte con el mar. Sonó el pito, don Pedro, el guardián abruptamente hizo señal de entrar. La hora de la libertad había concluído era hora de continuar la enseñanza. Un grupo de chicos hacía desmanes queriendo desafiar la orden; los mismos de siempre en todas las escuelas. Don Pedro ciñéndose la macana, dándose golpes en las manos se dispuso a romper la avanzada. Miguel, él más intelectual del grupito, lanzó una señal de retirada, vamos a entrar dice,... todos le secundan.
Finalmente los murmullos del mar se tragaron sus pasos. El
guardián sintiéndose orgulloso consigo mísmo sonreía; quebró el primer
intentos en años de cuestionar su autoridad, nunca nadie se atrevió a hacerle
algo igual en sus largos quinces años de vigilante.
Con sus envejecidos pasos caminó a dar la vuelta rutinaria, siempre se quedaban algunas que otras parejitas con las manos agarradas y dándose besos entre los peñascos, pero siempre él los tomaba por sorpresa nunca pudieron burlar su vigilancia.
¡De repente!... como una bofetada de brillo distingue en dorado, cada letra, no dando crédito a lo que está mirando ¡La araña vive! Colgaba de la pared aún chorreante.
El miedo invadió su estado de ánimo, nervioso comenzó a
caminar rumbo a la dirección. Todo indicaba que tiempos difíciles acechaban la
escuela. Aquello era de alguna organización paramilitar estaba seguro, sin
reparos, ni dudas. Hicieron esto como señal de su presencia o como aviso que en
los próximos días alguien se ausentaría de la vida. No podía
ocultarlo; el miedo lo cogió sin ninguna oportunidad de poder escaparse.
Absorto en el nuevo problema, no caminaba sinó que echaba pasos al viento.
¿ Qué pasó? Una voz matriarcal irrumpe en sus cavilaciones.
¡Señora directora,... algo grande ha pasado... la escuela ha sido señalada como objetivo militar por una organización paramilitar!.
¿Qué usted me está diciendo?, Pregunta la directora.
Lo que acaba de escuchar..... una organización llamada "La araña víve" manchó la pared del lado norte con su presencia.
¡Cálmese!,.. Cálmese don Pedro!. Con voz suave le indica la señora: Puede que sean dos o tres adolescentes, de esos rebelde que le gustan hacer graffiti. De lo que usted puede estar seguro añadió, es que los buscaremos para hacerlo quitar eso de ahí.
Señora directora con todo respeto, usted hace de lado mis veintes años de experiencia en el ejército; sé lo que estoy diciendo.
Comprendiendo la situación la directora respondió,... no se preocupe don Pedro, tengo sus sugerencias muy en cuenta; por ahora vamos a vigilar de cerca, porque no dudo que lo intentarán de nuevo, en el muro sur esta vez..
Así,... que alerta, así podremos saber quiénes son.
Descuide usted mi directora, así será. Respondió el vigilante
Pasó el tiempo y no ocurría nada nuevo, los recreos... las gaviotas. el desafió de siempre; solo que ahora don Pedro estaba a cuatro ojos.
De camino al muro sur, escuchó unas risas en el fondo, se encaminó con la actitud de hacer constante la autoridad. ¡Sorpresa!,... uno de los chicos tenía el spray dorado en sus manos y en la pared estaba durmiendo la prueba testimonial del hecho.
Se tomó la libertad de sonreír y mirando en dirección al grupo hizo apuntes con los ojos de los nombres del grupo de conspiradores. Conque ustedes son "La araña"... esa tenemos eh!, a la señora directora le va encantar saber de ustedes.
Al otro día hubo una junta de padres en la escuela, los chicos fueron sancionados con tres días de ausencia y la responsabilidad de pintar la planta física de la escuela.
Por otro lado, don Pedro se sintió con la satisfacción de un deber cumplido. Las paredes lucían soberbias recién pintadas. La amenaza se desmoronó como la sal del mar costero en el olfato.
Esto no duraría por mucho tiempo, pues en lado norte del muro alguien puso la pintada de "La araña ha muerto".
Otra misión para don Pedro. Una nueva junta de padres y no sabemos sobre quién recaería la próxima sanción.
En el baño, cincos chicas entran de manera apresuradas, ponen el seguro, una de ellas se levanta la blusa saca el spray y las demás le ayudan a guardarlo en la mochila.
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