Tanto
la noche dura un siglo como un siglo corre
de principio a fin en una sola noche. Siempre el tiempo manipulable desde su génesis,
el origen en la perpetua manía de cambio que llevó al simio hasta el packman
y volvió realidad a la ficción y
viceversa. Aunque la realidad vuelta ficción —hay que decirlo— supere toda
realidad. Le digo a mi amiga Rahid: sugiero mantenerse en la frontera. ¿Border?,
preguntó. Y bueno, sí, border, limítrofe, como quieras pero hay que negociar,
la realidad estricta es insoportable. Mi propuesta es la siguiente: primer paso,
constatar que efectivamente se alcanzó esa zona donde realidad y ficción se
encuentran infinitamente próximas.
El lunar de Rahid en el medio de la frente la tenía clavada
a la pared. Es muy sencillo, cuesta muchísimo sostenerse en esa zona
resbalosa. Segundo paso: resistir. ¿Cómo?, preguntó Rahid. Igual que una
trapecista: tutú arrepollado, zapatillas de punta y aferradas a la sombrilla.
Desde ese mirador podrá verse la encrucijada como una rosa de los vientos,
realidad y ficción traspasadas por el tiempo y su inversa. Un triángulo de las
Bermudas o la conejera de Alicia en el país de las maravillas. Las mil y una
noches son ahora los dos mil y un siglos y los cuarenta ladrones de Alí Babá
se multiplicaron varias veces. La montaña se abrió de verdad, sésamo ábrete
y los que una vez fueron ladrones en la ficción, son hoy llaneros solitarios de
la realidad: Haio Silver! Salen del centro de la tierra después de haber
seguido por siglos un curso de ética. Metamorfosis sólo perceptible desde ese
borde como un palco sobre el escenario. Rahid, ¿te conté que Alicia by Carroll
tuvo gemelos? Gigantes. Vaya uno a saber con quién, la nena ésta se hacía muy
la inocente pero estaba tan adelantada.... Unos pibes enormes, los gemelos más
altos del mundo. Le costó mantenerlos, qué se les da de comer a muchachos con
semejante físico, no hay nada que les baste. Estiraba la mano y cazaba lo que
sea con tal de no verlos derrumbados de hambre. Amor de madre, nada más grande,
hay millones de madres en el mundo pero hijos son hijos. Claro, desde tamaña
altura la perspectiva a los muchachos se les iba por la tangente, imaginate que
a la realidad, con lo petisa que es, siempre la pasaban por alto. Y la rabia que
les daba a los ladrones...