Criticas y comentarios sobre Inocente. Podes enviar la tuya a correo_elastillero@ciudad.com.ar
Hugo Aqueveque. (05/07/2001)
Las historias que tocan aquella relación
tan apasionada que es la de padre-hijo siempre tendrán un
lugar muy especial en los corazones de los lectores.
"Inocente" es un relato inolvidable, lleno de una
ternura
sobrecogedora. Claramente se puede determinar el argumento
central del cuento, un sentimiento de culpa de su protagonista
que la agobia, que la absorbe. Es un mundo triste, no sólo el
de ella, su entorno se acaba, con la última ballena se va
algo más, se va la complaciente y disfrazada inocencia de la
humanidad, así como Abril sufre esos remordimientos terribles
hacia su padre, el hombre como género se retuerce en los
suyos hacia esa ballena. Es un paralelismo simbólicamente
acertado. En los dos casos da la sensación de decadencia, de
que nada tiene solución. De que estamos en un punto sin
retorno. Y no lo hay, no hay marcha atrás, pero el pianista
como un redentor, logra, en el caso de Abril, abrir sus ojos.
De darle una explicación al mundo y a ese sentimiento de
albedrío que es capaz de dejar morir lo que más queremos,
eres inocente cuando sueñas: Las ballenas. Su padre. Se
fueron. Los sueños, el tema onírico es ese albedrío del que
hablo, otro símbolo, tratado con mucha hermosura en la
narración. La estructura del cuento es excelente, son tres
historias o acontecimientos que se conjugan muy bien en tan
pocas palabras. El lenguaje es rico y variado, en ocasiones
hasta poético. El estilo narrativo es acorde con el sentido
de la historia, todo fluye armónicamente, el lector se va
como por un tobogán. Creo que la única falencia, y es así sólo
por mi ignorancia, es la alusión al Rigoleto de ¿Roberto?
Arlt. Esa conversación sobre su obra en alguna mesa
cercana, tiene directa implicancia en el final de
"Inocente". Dice el pianista: "Tu padre y yo
conocimos a Arlt. A él lo había obsesionado la historia (del
jorobado) y sabía que escribirla, trasladarla a la ficción,
era la única manera de desligarse de ella".
¿Cuál es esa historia?, ¿por qué Arlt necesitaba desligarse de ella?, ¿acaso, el pianista insta a Abril a desligarse de la suya escribiéndola? Son preguntas que quedan en el aire.
Para terminar, "Inocente", es una
historia maravillosa, magistralmente hermosa. Oníricamente
simbólica. Y merece ser leído. Hay tantas obras sin sentido
en la red, y ésta es una de las pocas que vale la pena. En
una sola palabra: Inolvidable. Felicidades.
Veronica Spoturno (18/05/2001)
Sobre el cuento "Inocente" de Alejandro Mármol: Los hombros de las nenas en las fotos de Lewis Carrol; la crueldad de Porfiria Bernal, en un cuento de Silvina Ocampo; el sueño de Chuang Tzu (o de la mariposa). Encuentro una frondosa genealogía para este cuento. Otros podrán disparar para el lado de las ballenas, por ejemplo, sería muy válido y por ahí más divertido. Me pareció hermoso y sugerente (como se habrá visto).
Pedro Martinez (11/05/2001)
"Inocente" es un excelente relato,
muy bien escrito y con buen pulso en el desarrollo de la trama que, a mi
entender, está plagada de simbolismos en tres niveles fundamentales: la muerte
de la última ballena (¿el fin de la Tierra, de la naturaleza?, los sueños de
Abril (¿la difícil condición humana?) y el pianista (¿el escepticismo crítico
de una humanidad distinta, casi sugerida por lo imposible?), personaje que a
fuer de ser insuficientemente descrito, se gana un papel preponderante, y
misterioso, en el relato.
Un cuento que aplasta el alma del lector, por lo menos a mi me ha ocurrido, y
creo que no tanto por la trágica desaparición de la especie de la ballena, o
por la muerte del padre (muerte anunciada pero asesinato sicológico,
estremecedor) sino por el momento en que Abril contempla a la Luna, con detalle
y profundidad, tomando "conciencia" de que vive en un planeta. Me
impresiona que Abril adquiera un sentimiento "universal" de dicha
contemplación, en el sentido más amplio del término, y no se diluya en
cavilaciones de corte personal; aquí brilla una chispa de esperanza para el
futuro que naufraga, no obstante, entre las lágrimas de la pareja que llora
ante el televisor. En finales como éste, es donde radica la magia de la palabra
escrita, lo que debemos buscar siempre aquellos que deseamos escribir (creo):
seis renglones y un buen ramillete de ideas y sentimientos detrás. Enhorabuena.
En "Inocente", ningún personaje lo es, salvo, quizás, el pianista,
pero como casi todo el mundo sabe los pianistas están de prestado en nuestro
planeta, son una especie aparte. Magnífico este personaje, ya te digo.
En fin, un magnífico relato, con pulso y "oficio", unos personajes
muy bien definidos y un ambiente extraordinario (las pinceladas sobre el fin de
las ballenas, perfectas, se me quedaba en el tintero) que prende el interés del
lector desde la primera línea.
Un abrazo desde Madrid,
PEDRO MARTINEZ
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