Autor:Antonio Redondo Andúja   arandujar@eresmas.com

 

LA INCONSCIENTE CELOSA

  Aunque era muy celosa se casó con un viudo porque la enamoraron sus ojos siempre tristes. Pensó que, por su influjo, pronto rebosarían ale­gría, pero pasaba el tiempo y se hundían aún más en sus profundas cuen­cas -si alguna vez lloraba se estancaban en ellas sus numerosas lágrimas, ablandando su tierna, pesarosa mirada-. Que le fuese imposible olvidar a su primera esposa es algo que no dijo, mas la segunda apenas lo dudaba. Un día le nacieron unos celos violentos y estranguló, brutal, a la añorada amante que aquél resucitaba en sus recuerdos. No pensó que, al hacerlo, era, en fin, al que amaba al que en definitiva asesinaba.

 

   INAUDITO TRASTORNO DE UN TIRANO

 Un día un dictador se volvió loco. Después de liberar a sus presos políticos, ordenó a sus adláteres: “Igualemos los sueldos de los trabajadores con los nuestros, trabajemos como ellos”. Esa noche, en su casa, se afeitó su bigote y les dio a su señora y a sus catorce hijos quince sonoros besos. Si la nación, en suma, se quedó estupefacta con su comportamiento, no las superpotencias que habían permitido que impusiese el terror, es decir, su feroz e insano predominio. Así pues, lo internaron en un centro psiquiá­trico y allí, según afirman, aquél se suicidó o, según suponemos, fue con­venientemente asesinado.

 

UN ABOGADO HONRADO Y CONSECUENTE

        Un abogado no aceptaba un caso si no se aseguraba previamente de la inocencia de su defendido. En consecuencia, pues, los fallos de los jueces a los que se enfrentaba le fueron favorables hasta un aciago día, precisamente aquél que nos ocupa. Y para colmo el preso no sólo parecía un alma cándida, sino que era incapaz de matar una mosca y aún menos a los perros de sus doce vecinos. Pero lo condenaron por ello y lo multaron, no sólo por la pérdida de esos doce animales, sino también por todos los daños psicológicos causados a sus dueños. Que fuera o no culpable no podemos saberlo, tan sólo nos importa que el citado abogado tenía la certeza de que aquél no lo era. Dejó de confiar en la justicia y en sus representantes, es decir, en los jueces. Y abandonó esta vida con la absurda esperanza de encontrar en la otra a aquél al que llamamos “Juez Supremo”.


LOCURA COMPARTIDA

       Un famoso psicólogo se dejó engatusar por un peculiar loco. Por él supo una tarde que tenía “ideales” y que, pese a que estaban ahora en duermevela, podía despertarlos. El primer paso fue perdonar al paciente la elevada minuta que venía cobrándole. El segundo, imitar sus excentricidades y romper, de esa forma, la pertinaz rutina a la que, sin querer, se había esclavizado. El loco, poco a poco, se iba tornando cuerdo, al tiempo que el psicólogo perdía la conciencia. Contra lo previsible, jamás se intercambiaron los papeles, puesto que al alcanzar un punto medio, según ciertas versiones, se fundieron en uno. En un informe de la policía -en fin, el mundo cuerdo- se lee que “el orate asesinó al psicólogo y asumió su carácter, su saber, sus costumbres, su casa, su vehículo y la serie incontable de ideales que, junto a la rutina, volvieron nuevamente a esclavizarle”, mas agente ninguno, hasta la fecha, ha podido probarlo.

 

Biografia:

Nací en Almonacid de la Sierra (Zaragoza - España) el 22 de marzo de 1966. Desde 1988 resido en Barcelona. Soy licenciado en Filosofía.

 Obras publicadas:

 “Fantasmagorías entre poemas de amor que no deben ser cantados” (Premio “Isabel de Portugal” de poesía en su VI convocatoria. Insti­tución Fernando el Católico. Zaragoza. 1991).

“Tríptico doloroso y otros relatos”­­­­­ (IFC. Zaragoza. 1993).

“Nicodemo –tragedia–” (Las palabras del pararrayos. Barcelona. 1996; Manuscritos.com. Madrid. 2001).

“Memoria de la soledad arre­batada” (Puen­te de la Aurora. Málaga. 1997).

“Fragmentos de una oda” (P.O­.E.M.A.S. Valladolid. ­­­­1998).

“Sin historia” (Vinalia bolsillo. León. 1999).

“Canción del peregrino”. (En el libro “Poemas 1999”. Ayunta­miento de Zaragoza. 1999).

“Paráfrasis de «La idea» –una lectura de Frans Masereel–” (Iralka. Irún. 1999).

 “Telegramas” (En el libro “Poemas 2000”. Ayuntamiento de Zaragoza. 2000).

“Fábulas humanas” (Manuscritos.com. Madrid. 2001)

             He colaborado y colaboro en diversas revistas literarias, la última de ellas “Ficticia.com”.

 

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